jueves, 27 de junio de 2013

Cuando Nani fue de intercambio, me enviaba videos cortos con detalles de su diario vivir, a partir de uno de ellos decidí recrear la escena, buscando objetos similares que entraban en el cuadro, luciendo la misma ropa y peinado, mientras mi voz trataba de imitar el tono de la suya. En edición dividí la pantalla en dos, y ubiqué cada grabación en los dos lados de la pantalla. Finalmente intercambié las voces que le correspondían a cada cuadro, y las alterné de manera paulatina a medida que las acciones iban ocurriendo.

En el resultado de este ejercicio me logré confundir entre la voz de ella y mía, mostrándose como una coincidencia extraordinaria que me dejó corta en descripciones, ya que nunca antes había sido consciente que haciendo un pequeño esfuerzo podía imitar exactamente a Nani, empezando por el tono de la voz. La oportunidad de intercambiarnos como cuando éramos pequeñas, seguía vigente. La intención del ejercicio era hacer una reflexión acerca de la noción de espejo, que ha venido ocasionalmente como destellos a mi vida, cuando coincido con mi hermana frente a un reflejo y realmente me logro ver en sus características físicas.





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